Esta casa, apenas vislumbrada entre los árboles, podría antojársenos como un lugar siniestro, si no fuera por la deslumbrante luz de la primavera que baña la imagen.
Y si te acercas descubres un hermoso palacete que te habla de glorias pasadas.
Es la antigua casa donostiarra del Duque de Mandas, que cedió a la ciudad con la condición de que mantuviese su nombre original, Cristina Enea, en recuerdo de su esposa Cristina Brunetti de los Cobos, y su carácter de parque no edificable.
El ayuntamiento cumplió su promesa y no sólo rehabilitó los edificios y mantuvo los jardines, sino que convirtió el palacete en un Centro de Recursos Medioambientales, que se encargará de estudiar y preservar el medio ambiente de Donostia y su entorno.
Esta es la fachada con la entrada principal al edificio.
Y esta es la trasera, con esa estructura acristalada añadida, que alberga el ascensor y unas escaleras
Y esta es la trasera, con esa estructura acristalada añadida, que alberga el ascensor y unas escaleras
Frente a la casa, un busto de Fermín de Lasala y Collado, duque consorte de Mandas, el tipo que cedió estas propiedades. Es curioso cómo hay gente que se dedica a acumular riquezas para luego cederlas al final de sus días... en fin, sea como sea, me agrada el uso público que ahora se le da al edificio.
Y aquí el que escribe, rodeado de un público peculiar.
Gratuita apreciación, por otra parte, cuando nunca hemos visto caminar a un dinosaurio. Evidentemente me baso en las recreaciones de los documentales y las pelis, y ellos a su vez se basan en cómo caminan las aves actuales, así que, en este asunto, me temo que fue antes la gallina que el dino. Conclusión: ¡No sabemos cómo caminaban los Dinosaurios! Tan sólo suponemos.
Pero no dejen que esta tontería les disuada de visitar Cristina Enea.
Merece la pena, de verdad.