Graffiti institucional con cita previa.

Viene Bansky a Donosti, presenta su documental en el Zinemaldia y, de repente, el graffiti es cultura. Ya no es vandalismo como denunciaba nuestro alcalde. Antes era obra de unos gamberros que ensuciaban las paredes; ahora servirá para catapultarnos hacia el 2016, como ciudad europea de la cultura. Pero sólo si lo haces dónde, cuándo y cómo te dice el ayuntamiento, eh; si no sigue siendo vandalismo.
 Me he dado una vuelta por las dos vallas donde el consistorio permite pintar y he sacado fotos:

 Una vista general de los graffitis de los cines Principe, una de las sedes del Zinemaldia.

 Esta discontinuidad en la valla es la entrada a las obras del Museo San Telmo... ¡Espera! Se adivina algo a la derecha. ¡Acequémonos!

¡Eh! ¡Esto parece una crítica!

¡Y esto otra! 

Esto, evidentemente, no es un graffiti libre, se ha hecho por encargo del Festival de Cine...

A ver... ¡Acerquémonos!

¡Parece otra crítica!

Claro, al fin y al cabo eso debería ser el graffiti: una forma de expresión libre. La voz de la calle.

 

 En este otro queda bien claro... Aunque parece que a alguien no le ha gustado y ha tratado de tacharlo. También esta en su justo derecho. A lo que no tenía derecho es a quitarme el rotu de la mano, y tirarlo a la playa. (Por cierto, creo que son delito ambas cosas) Ese derecho se lo otorgó su tamaño y el uso de la violencia.

Este artículo de opinión trata de lo mismo.

Por cierto: Bansky no pintó.

ACTUALIZACIÓN

Parece que ya comienzan a sumarse las críticas...

Y hay quien dice que Bansky sí vino y que ha pintado esto:

TheBanskyForum.com

Por supuesto, fuera de la valla institucional, del horario previsto, sin permiso y sin avisar. Como está sin firma, puede tratarse de la obra de cualquiera.