domingo, 13 de diciembre de 2009

Mi Donosti pintado 2


Bonito graffiti de un tipo huyendo de las cucarachas. Posiblemente inspirado en relatos sobre el deliriun tremens.


Y a ver si os creíais que aquí se respetaban los frontones, templos de nuestro deporte ancestral...


Aunque hay que reconocer que esta transformación del anagrama de ETA en una hoja de grifa sujetando el hacha tiene su gracia...


Y no negaréis que a estas alturas este lema resulta enternecedor: Tierra y libertad

viernes, 4 de diciembre de 2009

Mi Donosti goloso.


Cuando paseas por la ciudad en la oscuridad prematura de una tarde de otoño, los escaparates iluminados ejercen un potente reclamo. Y si lo que ofrecen responde a un deseo primario, el reclamo es aún mayor.
Así me descubrí haciendo lo que problablente ya hiciera de pequeño, y lo que se lleva haciendo ante Otaegui desde hace más de 100 años: Sí, comer con los ojos.
Hoy en día los avances tecnológicos también nos permiten comer con la cámara, así que me apliqué a ello.



Se fijaron en mí, me disculpé desde la puerta, les hablé de las excelencias de su oferta de turrones, y me invitaron a entrar para contemplar el muestrario interior y, si acaso, sacar fotos.


Charlamos y me cuentan detalles. Por ejemplo, estos botes de caramelos son los originales y tienen más de 100 años.
Me llama la atención esa báscula viejuna. Su diseño está incrustado en los primeros archivos de mi memoria. Me dejan pasar a la trastienda a fotografiarla.

Observe su peso... Solo le faltaba decir: ¡Observe cómo ha aumentado! Ja ja ja ja. Han hecho bien en retirarla al fondo...

La gente sigue comprando porque sabe que los ingredientes son puros y naturales, cada vez es más difícil encontrarlos, y la elaboración es artesanal. ¡Míren a los clientes en el espejo y el escaparate!

La atención es detallista y primorosa. ¡Las empleadas son un cielo! Conocen el nombre y los ingredientes de cada pasta, bollo, turrón o pastelito. Son de esas que todavía suelen hacer las cuentas a mano en una esquinita del envoltorio. Y modestas, como todo buen profesional.



No querían figurar aquí. Les he robado un poquito de su imagen... espero que sepan disculparme.

En fin, hay otras maneras de disfrutar del tubo digestivo, pero aquí le añaden amabilidad, tradición y buen hacer. ¿Se puede pedir mas?



Me llevé un bocadito a casa, para endulzar la redacción.